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Thursday, March 18, 2010

Anhelo I

* ¡Qué no daría porque un mensaje a las 6 de la mañana me despierte!
- ¿Un mensaje?
* Si, un mensaje en el celular tal vez.
- ¿Un mensaje en el celular a las 6am?
* Si, un mensaje en mi celular a las 6 de la mañana. Si este mensaje me trajera todas las fuerzas y esperanzas que todo ser humano necesita para enfrentar las siguientes 16 horas, ¿qué mejor que eso?
- Creo que te has equivocado... las energias no se transfieren vía mensajes a los celulares...
* Pienso lo contrario. Depende de quién te envie el mensaje. ¿No crees?
- Aún no comprendo
- ¿Cómo no vas a comprender a que tipo de mensajes me refiero? Me refiero a aquel mensaje que te manda la persona que tu quieres.

No importa si son la 1am, las 2 o las 3, asi fuesen las 5 de la mañana cuando solo has dormido un par de horas. Ese mensaje te llena de vitalidad. Miras a la ventana y vez un cielo despejado. Te miras al espejo y ese par de suspiros en los ojos se han desvanecido. ¡Que gran sonrisa la que llevas puesta hoy! Y lo mejor... es lo que sucede por dentro. Sientes este cosquilleo constante en la boca del estomago. Sientes la sangre recorrer cada extremidad. Tu cerebro esta yendo a mil por hora. Entras a un cuarto y saludas, sin importa nada, a todos. Las malas noticias no te hieren como hubiese sucedido si a las 6 de la mañana ese mensaje no hubiese llegado jamás.

Desaparece...

Las sabanas se adhieren a tus dedos. Suena el despertador. Tus dedos siguen enredados en las sabanas y de la nada das un salto para despertar por completo. Vas al baño, miras tu reflejo y tus ojos aparecen nublados. Sin brillo, como el cielo que divisas de la ventana de tu cuarto. Oyes voces afuera (que molestia)... "¿qué jugo deseas hoy día?" ("el mismo de ayer o el de anteayer, da lo mismo"). Son las 6.50am y sin mensajes.

Hoy quise volar

Hoy no fue como ayer. Fue un par de tonos más oscuro.
Me levante sabiendo que él y yo tendriamos que compartir un par de horas y parece que mi cuerpo se indispuso en el instante en que recordé esto.

Pasaron unas cuantas horas más. Él se demoró (me dijo que hariamos esta "cuestión" temprano). Desayunó con sus hermanos, me fastidio y se lo dije, habiamos quedado hacer esto temprano. Yo ya estaba lista. "¿Qué hacer mientras lo espero?". Empecé a imprimir unas cuantas copias del horario de mi penúltimo ciclo en la universidad. "Ya me desocupé. Empezamos?" me dijo mientras pasaba a su cuarto para lavarse los dientes.

Estaba sosteniendo el último horario que había recortado para pegarlo en mi escritorio cuando volvió, antes de verlo, escuche un sonido alto, eran gritos: "No era que estabas lista? No me has reclamado que porque te hago esperar? Porque me reclamas si nisiquiera estas lista?" Traté de explicar que mientras el tomaba desayuno, yo decidí realizar una actividad más, hasta que él se desocupe. Sus gritos me enmudecieron. No era como otros días, donde sus gritos siempre funcionaron como catalizador para que mi voz se alzara para dar mi opinión, mi argumento, la versión mía.

Esta vez mi voz no salió. Mis ojos no lo miraron. Sentí en la garganta un murmullo ahogarse. El siguió de largo, con la voz en alto aún. Mi horario no estaba pegado correctamente en el escritorio, tal vez después. Escuche un "trabajaremos en el comedor" un poco más equilibrado, seguido de "lleva tu calculadora". Cogi la máquina, la cartuchera y fui hasta el comedor. Me paré al lado de la silla principal.

"Esto que te voy a enseñar no es un favor para mi, es un favor que te estoy haciendo. Así que tu debes adecuarte a mis horarios y si es posible a mi estado de animo." Mire la cartuchera y la calculadora. Mis ojos ardían, el lado izquierdo de mi pecho se oprimia, el aire no entraba facilmente. Respiré.

Una hora y media más tarde habiamos terminado la clase intensiva de materias nuevas. Los animos estaban más calmados.

El día paso como uno más. En mi cuarto, tratando de arreglar el horario. Boté un par de papeles que sobraban en mi habitación. Y aún necesito ordenar el par de ciclos que siguen en las repisas.

En la noche ella vino un momento a mi cuarto, como todos los días. Él, después de su siesta también. "No debemos olvidarnos de visitar una universidad por lo menos. De preferencia la que tiene convenio con la Pacífico. Haces tu master en la Pacífico y te transfieres a esa universidad... Claro, podrías hacerlo también en la Católica o en ESAN. La que prefieras."

Volví a sentir un murmullo ahogarse en mi garganta. El lado izquiero de mi pecho sintió un dolor agudo una vez más. Opresión. No dije nada. Pero acá puedo decir un poco más que nada. Hoy quise volar.