Estoy enamorada. Te ha sucedido? Sientes
ese nudo en la garganta cuando te pones a pensar en todos los planes que has
elaborado en tu cabeza con aquella otra persona? Cuanto deseas poder saborear
el olor de su cuello y el sabor de sus dedos? Pues eso me pasa,
constantemente.
Este estado de "estar enamorada"
me agarro desprevenida. Sucedió simplemente cuando decidí divertirme una noche
en Edimburgo. Me cruce con una criatura peculiar. Ni siquiera quiero llamarlo
"chico" u "hombre", pues para mi es más que eso. No es
cualquier hombre, ni cualquier chico. Es un sin fin de cualidades y defectos.
Es la sonrisa que va con la mía. Es la risa que me motiva a seguir riendo. Es
la mueca que prosigue a la mía o viceversa. Es el beso más apasionado que he
recibido al llegar a un aeropuerto y al irme de otro.
Puede que me haya podido enamorar de otra
persona. Con cualidades extraordinarias y otros tantos defectos pero no fue así.
Me enamore de EL. Y me termine enamorando de todo un país, no un país geográfico,
más un país emocional.
Ahora no hay caso, no hay vuelta atrás
pues lo único que deseo es seguir avanzando de su mano. Sin mirar atrás. O quizás
solo para mirar nuestro camino recorrido desde un encuentro clandestino en un
bar de Edimburgo.
Una historia de aquellas que escuchas y no
crees. De ese tipo de historias hablo acá. De aquellas extraordinarias. De un
amor extraordinario. Eso es ÉL para mí.